

En ese mismo año, y para la misma editorial colabora en el libro Huesca conserva la magia.
En 2003, su participación en Sierra de Gúdar, Las huellas del hombre, también para March editores, supone su primer contacto editorial con el escritor José Giménez Corbatón.


También en el 2006, colabora en el libro La escuela en la memoria, del Museo Pedagógico de Aragón, publicado por la DGA.



Morir al raso, publicado en la misma colección, se halla precedido de una serie de relatos escritos con la maestría que caracteriza a Giménez Corbatón y que lo muestran como ese escritor que crea adicción que es. “Estar al raso, sin ninguna protección bajo las balas, y a ras del estamento militar, es decir el combatiente que está abajo del todo, sufriendo realmente la vida en la trinchera, la angustia, la monotonía, el estar deseando que eso termine y regresar a su casa vivo” afirma el escritor según recoge Teresa Giner en el Aragondigital.es. También ha apuntado que “las huellas que deja son tremendas, y las cicatrices no están del todo cerradas”. “Hay que abrirlo todo, airearlo y contarlo para que por fin se cierren, o por lo menos podamos mirarlas con cierta serenidad”. Pedro Peréz por su parte reconoce haber sentido miedo durante su trabajo al “meterse en el pellejo de quien estuvo ahí. Estás bajo tierra y en ese lugar caían bombas, ves lo cerca que estaban unas trincheras de las contrarias. A mí me generaba cierto desasosiego”.
La parte visual se divide en cuatro secciones:
La parte visual se divide en cuatro secciones:
Cielo

Tierra

Interior

Trazo

Las fotografías bajo el título de “Huellas y voces de la guerra civil” se expusieron a principio de año en la antigua Capitanía General de Aragón en Zaragoza. En primavera en el Centro de Interpretación, Documentación y Estudios de la Guerra Civil (se prorrogó hasta mayo dado el éxito que tuvo) y junio en Ateca. La última colaboración entre escritor y fotógrafo si no me equivoco apareció este agosto en el Diario de Teruel con el reportaje: “José Castarlenas. Recuerdos de un “barbi” en la Guerra Civil española”
Pongo el enlace con de su blog http://eltallerdepedro.blogspot.com/. Un blog parco en palabras, como el mismo Pedro, pero lleno de magníficas imágenes y en el que se puede ver la trayectoria del fotógrafo: con sus fotos de Estambul, La Habana, Guatemala, Vietnam (una magnífica fotografía de esta serie fue portada de la revista A tres bandas nº 24), su trabajo sobre “un gallo (él mismo) en la escuela del circo”, Canarias, las huellas de la II Guerra Mundial, una imagen del Cabo Touriñán, serie de la que pudimos ver un tríptico en la colectiva Inútil, con un breve texto de Antonio Losantos que no me resisto a reproducir “¿Qué utilidad tiene la entrega de los hombres, sus espaldas dobladas, si el progreso insaciable ha barrido la belleza y ni la espuma del mar puede limpiar tanto abandono?”. No ha colgado, por ahora, nada de su serie sobre la escuela de toreros, ni de los desnudos que expuso en el pub Marx, hace ya muchos años, y que fue la primera exposición que ví de Pedro Pérez Esteban, y que recuerdo como el inicio de mi admiración por su trabajo.
Pongo el enlace con de su blog http://eltallerdepedro.blogspot.com/. Un blog parco en palabras, como el mismo Pedro, pero lleno de magníficas imágenes y en el que se puede ver la trayectoria del fotógrafo: con sus fotos de Estambul, La Habana, Guatemala, Vietnam (una magnífica fotografía de esta serie fue portada de la revista A tres bandas nº 24), su trabajo sobre “un gallo (él mismo) en la escuela del circo”, Canarias, las huellas de la II Guerra Mundial, una imagen del Cabo Touriñán, serie de la que pudimos ver un tríptico en la colectiva Inútil, con un breve texto de Antonio Losantos que no me resisto a reproducir “¿Qué utilidad tiene la entrega de los hombres, sus espaldas dobladas, si el progreso insaciable ha barrido la belleza y ni la espuma del mar puede limpiar tanto abandono?”. No ha colgado, por ahora, nada de su serie sobre la escuela de toreros, ni de los desnudos que expuso en el pub Marx, hace ya muchos años, y que fue la primera exposición que ví de Pedro Pérez Esteban, y que recuerdo como el inicio de mi admiración por su trabajo.
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