A Kurt Hielscher, maestro de escuela, el estallido de la primera guerra mundial le sorprendió en España y ante esa contingencia, en vez de regresar a su país, decidió recorrer, con una cámara y un objetivo Zeiss, buena parte del territorio peninsular, tomando alrededor de 2.000 fotografías.
En 1921, Kurt Hielscher publicó en Alemania Das unbekannte Spanien: Baukunst, Landschaft, Volksleben, con una selección de 304 imágenes, que rápidamente se tradujo al inglés con el título: Picturesque Spain. Architecture, lanscape, life of people (digitalizado aquí) y al castellano: La España incógnita: arquitectura, paisaje y vida popular (Edit. E. Canosa, 1921).
Entre las fotografías seleccionadas en su España incógnita aparecen tres vistas de Albarracín y una de Manzanera. En ellas se aprecia perfectamente cual es su forma de componer las imágenes fotográficas. Hielscher, como ya hicieron otros viajeros fotógrafos decimonónicos desde las pioneras Excursiones Daguerrianas, utiliza la fotografía para reproducir, con la certificación de verdadero que el medio fotográfico siempre ha sido investido, lo que no es más que una construcción mental previa del viajero europeo. Así encontramos a devotos creyentes rezando de rodillas ante cruces de término y picotas; monjes solitarios en claustros monumentales, niños con cántaros que bajan de un reseco castillo; madres con niños desnudos junto a cuevas; manolas con mantillas; y pequeñas figuras que dimensionan y habitan paisajes y monumentos.Juan Manuel Castro Prieto, en su trabajo sobre Albarracín Cuando vuelva a tu lado, utiliza de nuevo este recurso compositivo, situando en la fotografía ‘Huerto de los Capicoles’ a un hortelano diminuto que espera paciente el disparo fotográfico, envuelto por la inmensidad de un paisaje impregnado por la omnipresencia de un pasado desdibujado.
En esta otra imagen, los figurantes parecen decir: ¡pues si nos dices que nos pongamos aquí, nos ponemos, que para eso hemos venido!Así resume un texto de la exposición las características de Hielscher como fotógrafo: “Su visión de España (…) se nos presenta repleta de paisajes con barrancos montañosos, prominentes picos nevados; templos y ermitas, palacios y plazas monumentales, todas aún en virginal decadencia; caseríos y caminos, ríos y albercas, contornos y puentes de poblaciones engastadas en pedregosas serranías; hitos arquitectónicos de la historia de España, sorprendidos en solemnes exteriores o en la íntima memoria de su interior; meditadas ambientaciones humanas, tanto en el paisaje como en el monumento, excavaciones y ruinas romanas, y por supuesto el tipo humano regional, con sus indumentarias y abalorios…”
Es muy probable que los fondos fotográficos de la Hispanic Society of America guarden más creaciones realizadas a su paso por tierras turolenses por el que ha sido denominado como “el último viajero romántico”.

Es impresionante ver estas imágenes. Ahora parece que el mundo se volviera pequeño.
ResponderEliminarInteresantísima entrada y acertados comentarios. Curiosa la coincidencia con la fotografía de Castroprieto.
ResponderEliminarMA