miércoles, 26 de junio de 2013

Capricho y lógica de lo bello

Toda la exposición 'Luz Blanco', que puede verse en la Torre Blanca de Albarracín hasta el 30 de junio con fotografías de Ángel Martínez Barseló y pinturas de Javier Pérez Cobo, está inundada de un hipnotizante japonismo. Si, en sentido estricto, se entiende el japonismo como fascinación e influencia que ejerció el arte japonés en Occidente en los últimos decenios del siglo XIX, no cabe duda que Zaragoza, ciudad donde residen ambos artistas, en los primeros años del siglo XXI es la capital de un nuevo japonismo.
El color blanco compartido por el pintor y el fotógrafo da unidad a la exposición, llenando con su presencia el aparente vacío reflejado en las superficies. Pero una mirada atenta, esta es una exposición para ser contemplada de manera detenida, permite apreciar que tras esa armónica convivencia de blancos pictóricos y revelados late un uso diferenciado del blanco. 

El blanco, en las fotografías reveladas sobre lienzo y montadas en bastidor de Martínez Barseló (imagen superior), disuelve las formas en la nada, se trasforman así en leves trazos suspendidos entre el cielo y el agua, quedando únicamente la esencia y su reflejo. Con sus elevadas líneas de un horizonte flotando desvanecido, con sus juegos engañosos de una realidad especular, con esa ausencia de límites entre el cielo y la tierra, se muestra como un moderno heredero de los debates y dilemas fotográficos de P. H. Emerson, quien tras negar la capacidad de la fotografía como arte, al final de su vida, influido por Whistler y Hokusai, en Marsh Leaves (1895), acabo haciendo unas despojadas fotografías en las que el valor de la luz y de la atmósfera las situaba cerca de la abstracción.

El blanco, en la pintura de Pérez Cobo, es un blanco pantalla tras el cual, a modo de los biombos, se guardan y ocultan los colores para hacerlos emerger a través del opaco filtro con la fuerza de un destello, con el poder de una verdad inmanente. En estos cuadros aflora un armonioso orden dentro del aparente desorden en el que subyace la sabiduría compositiva del arte floral japonés, no en vano Pérez Cobos es profesor de Ikebana. En las casi imperceptibles marcas a modo de cotas, o las sutiles caligrafías con nombres de calles a modo de una cartografía urbana que se detectan en sus cuadros se evidencia ese intento de lograr captar la caprichosa lógica de la belleza.

Artes&Letras, nº 429, p. 6-7, Heraldo de Aragón, 20 de junio de 2013.

                               

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