Hasta el miércoles pasado se pudo ver en la Escuela de Arte la exposición de Elena López Medina, El viaje es el camino. Esta muestra suponía el regreso expositivo de la artista a Teruel, donde además de participar en algunas colectivas, ya pudimos ver en la misma sala la exposición fruto de “treinta años de viajes” del fotógrafo ciego Leoncio Vellés, heterónimo ideado por ella y Alfonso Blasco Monforte (pero eso es otra historia a la que, sin duda, volveremos).
En la reciente exposición ha presentado una serie de ilustraciones en torno al viaje, y se acompañaba por el texto de Ernesto Utrillas Valero que reproducimos a continuación:
Con las nubes en la cabeza
“Cuando pesen demasiado la rutina,
el trabajo y la vida en la ciudad,
nos iremos en un viaje infinito”
Que la vida es un viaje ya lo sabemos, nos lo contó Homero. Un viaje lleno de cíclopes y cantos de sirenas, de mares procelosos e islas paradisíacas, un viaje lleno de experiencias vividas con intensidad. Fascinados por todo ello, distraídos, parece que podemos olvidarnos así de nuestra vida diaria. Hoy resulta más fácil viajar que vivir.
“con esa tonta sensación de libertad
hacia el fondo de ese mundo del que me has hablado tanto
paraíso de glaciares y de bosques polares”
El viaje que nos proponen las ilustraciones de Elena López no es una cuestión de trayectos o recorridos, de largas distancias o exotismos lejanos; es un viaje al interior, a las vivencias y las emociones, un viaje entre los siempre mudables estados de ánimo, un recorrido en espiral donde el origen y el destino es uno mismo, dando vueltas concéntricas de camino a casa.
“donde miedos y temores se convierten en paisajes
de infinitos abedules de hermosura incomparable”
Los paisajes por los que discurre adoptan formas antropomorfas, y estas figuras que parecen cobijarlos y protegerlos, se convierten en paisajes interiores, parcelas del corazón donde tractores labran con mimo la tierra en la que nacen las emociones, donde el futuro se alberga en un efímero campo de amapolas, la esperanza en los primeros brotes, donde todos días son una fiesta o una tormenta tras la que se respira la hierba recién cortada, el hogar un vientre materno, y las ventanas un corazón que necesita abrirse.
“dibujamos sobre un mapa imaginario
autopistas de gran velocidad
nos invade una ilusión desconocida
y nuestra única intención es avanzar”
Y el viaje, construido con retales del alma y trazos envolventes, acaba como la canción de Family: “donde siempre te querré”, ese lugar donde alguien nos espera creando mundos en pompas de jabón.
Ver el blog de Elena López Medina: La casita del pollito.
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