jueves, 14 de julio de 2011

Carlos Domingo, la naturaleza del arte

El artista Carlos Domingo (San Agustín, 1969), afincado en Valencia donde trabaja como profesor de pintura en la facultad de Bellas Artes, en el ámbito turolense es conocido porque en 2003 obtuvo la Beca Diputación de Teruel para artistas turolenses. En la imagen superior, una obra en el Museo de Teruel, fruto de dicha beca.
El pasado mes de marzo pude verse en la galería Alejandro Bataller de Valencia su más reciente individual Superficie en revolución, y en la actualidad su obra ‘Botánico’ (2006) ha sido incluida en la exposición Repensar la sociedad. En torno al arte y el compromiso en la Fundación Chirivella Soriano de Valencia, dentro del apartado ‘Hacia nuevas sensibilidades’. Según puede leerse en el catálogo su obra gira entorno a la dialéctica hombre-naturaleza: “Entendida ésta, en principio, como contradicción primigenia; el hombre es al mismo tiempo parte íntima de una naturaleza de la que se diferencia hasta la destrucción”.
Ya Román de la Calle en el catálogo de su exposición Leve vertical (MUVIM, 2004) afirmaba que Carlos Domingo “traslada depurada y parsimoniosamente a la plasticidad sus reflexiones sobre la naturaleza. Es decir, elabora una especie de depurado metadiscurso sobre la naturaleza, donde los conceptos y las palabras prendidos al lenguaje de la reflexión han sido minuciosamente transformados en específicas y cuidadosas propuestas sensibles.”
En el mismo catálogo, Isabel Tejeda comentaba sobre las disciplinas en las que desarrolla Carlos Domingo su trabajo: la pintura y la escultura.
“En cuanto a la pintura, que se constriñe fundamentalmente el empleo del dibujo, mantiene este autor su firma personal de otras series recordando una vez más la práctica renacentista de la sanguina y de la academia como forma de ensayo, de estudio y de aprendizaje. El dibujo es estructura y contorno para sostener y contener la piel que conforma los volúmenes, configura el armazón arquitectónico sobre el que se asientan las capas del detalle Carlos Domingo limita, en un ejercicio de síntesis, a la superficie de las cosas.”

“Las esculturas (…), sin embargo, tienen formalmente otros referentes artísticos y culturales. Se trata de objetos que subrayan su factura manual, (…) no parecen provenir de un mundo identificable sino de un ámbito insólito que bebe de las lejanas fuentes del surrealismo.”
También ha ilustrado El Arquero. Fábulas y cuentos del Tíbet, para El Caballero de la blanca luna.
Ver su web.

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