


Ya Román de la Calle en el catálogo de su exposición Leve vertical (MUVIM, 2004) afirmaba que Carlos Domingo “traslada depurada y parsimoniosamente a la plasticidad sus reflexiones sobre la naturaleza. Es decir, elabora una especie de depurado metadiscurso sobre la naturaleza, donde los conceptos y las palabras prendidos al lenguaje de la reflexión han sido minuciosamente transformados en específicas y cuidadosas propuestas sensibles.”


“En cuanto a la pintura, que se constriñe fundamentalmente el empleo del dibujo, mantiene este autor su firma personal de otras series recordando una vez más la práctica renacentista de la sanguina y de la academia como forma de ensayo, de estudio y de aprendizaje. El dibujo es estructura y contorno para sostener y contener la piel que conforma los volúmenes, configura el armazón arquitectónico sobre el que se asientan las capas del detalle Carlos Domingo limita, en un ejercicio de síntesis, a la superficie de las cosas.”

“Las esculturas (…), sin embargo, tienen formalmente otros referentes artísticos y culturales. Se trata de objetos que subrayan su factura manual, (…) no parecen provenir de un mundo identificable sino de un ámbito insólito que bebe de las lejanas fuentes del surrealismo.”

También ha ilustrado El Arquero. Fábulas y cuentos del Tíbet, para El Caballero de la blanca luna.

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